Como nada parece estar claro en esta convulsa sociedad en la que vivimos (yo me retiraría, si pudiese)...
Como cada uno dicta, a su antojo, normas que hemos de acatar sí o sí (a mi me importan un bledo las que no son buenas)...
Como la máquina política maneja con tremenda ordinariez e indecencia a los ciudadanos (paso de políticos que no de política en su sentido genuino)...
Como todo-todo es tan-tan relativo que uno se organiza su propio régimen social-religioso-político-familiar-laboral-relacional...
Me pregunto: ¿son las normas éticas el resultado de convenciones, pactos o tradiciones culturales? Aclaro que "τὰ ἠθικά" es la suma de "frónesis, areté y eunoia, según Aristóteles, a quien me remito.
Y me contesta don Leonardo:
El "pactismo" es una doctrina bastante abundante en la edad moderna; recuérdese, por ejemplo, el contrato social de Rousseau.
Pero si las normas éticas fueran puras convenciones, o lo que es peor, si fueran naturales en el sentido biológico (como la leona cuida a sus cachorros), entonces no se pueden tomar en serio, porque no concernirían mi libertad trascendental.
O las cumpliríamos necesariamente (como hacen los leones) o consistirían en un ajuste, todo lo democrático que se quiera, a un destino impuesto.
Sin embargo, el destino no se impone al ser libre. El ser libre se destina a su destino y las leyes éticas son las leyes del ser libre para ser libre, para destinarse: "haz el bien para crecer".
El hombre libre debe encontrar el bien y capacitarse al amor, queriéndolo, libremente.
Si estas leyes no existieran, si no tuviéramos el deber de buscar el bien y de crecer en el amor, seríamos animales.
El que considera la ética como un código pactado de conducta para que los lobos no se coman a los lobos, o para que juntos vivamos mejor, limita su horizonte a la biología. Se reduce a vegetar, a rumiar y, a lo más, a procrear.
Esto es gravísimo para el ser que va más allá de su especie; para el ser que está abierto, por dentro. Y por fuera.
Por tanto, son perniciosos los pactos que atacan al hombre en lo más íntimo de su ser: el "bien para crecer".