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Nada humano me es ajeno

miércoles, 5 de febrero de 2014

Gótico es un insulto, en realidad





El estilo gótico, en lo que al mundo del arte ser refiere, es uno de los más conocidos y reconocidos en la actualidad. Algunas de las obras maestras de la historia del arte están enmarcadas dentro de este estilo, que nació en la baja Edad Media y se extendió hasta el siglo XVI. Pero en su momento algunos de los hombres más formadas del mundo del arte eran contrarios a ese movimiento artístico y precisamente uno de ellos usó por primera vez la palabra gótico para definirlo, de manera despectiva.

Ese hombre fue nada más y nada menos que Giorgio Vasari, artista e historiador italiano del siglo XVI, que es muy conocido por sus biografías de los grandes artistas de su tiempo. Por lo tanto, no hablamos de un inculto o un hombre ajeno al arte, sino de todo lo contrario. Fue Vasari el primero que utilizó el término gótico para referirse al tipo de arquitectura a la que hoy concedemos ese apellido. Lo hizo en torno al año 1550 y su objetivo era advertir a todos de la zafiedad y poca altura de miras de sus formas.

El término gótico proviene de los godos y con él venía a decir nuestro protagonista que aquel arte era digno de bárbaros y monstruos, de aquellos hombres del norte que pensaban más en invadir y saquear que en buscar la belleza y rememorar la perfección de las obras clásicas, de la antiguas Grecia y Roma.

Parece claro, con la perspectiva que nos dan los años, que Vasari no triunfó en su ataque del gótico ya que ese tipo de arquitectura triunfó por todo el oeste de Europa y, es más, Vasari dio sin querer nombre al estilo. Aunque, en realidad, en el comienzo del uso del término, gótico fuera más bien un insultoico es un insulto, en realidad .

lunes, 3 de febrero de 2014

El ejemplo de Martha Stewart.

Con frecuencia oigo decir a algunas personas: estoy bajo de ánimo, deprimido, sin ganas de vivir... Nada me atrae. nada ni nadie me importa... Una situación que puede desembocar en algo grave si no se pone remedio con rapidez, y con ayuda.

La depresión puede iniciarse de un modo imperceptible y llegar poco a poco a un estado más profundo. Lo importante es aprender a reconocerla: es un estado de ánimo permanente en el que hay nerviosismo, estado de humor bajo, con deseos de llorar sin motivo, puede asociarse a problemas para dormir (insomnio), inapetencia o disminución del apetito, cambios en el peso, falta de ánimo e iniciativa para la acción (abulia) etc.

También son varias las causas:
 
. Expectativas irreales de sí misma o de los demás. Querer mucho de la vida, de sí misma o de los demás es un camino seguro hacia la ira y la depresión. Si nos planteamos una meta sin realismo, obviamente no lo alcanzaremos y lo único que lograremos será deprimirnos.
.  Imagen de sí misma distorsionada, que está generalmente asociada a expectativas exageradas de la propia capacidad, irreales. Querer ser diferente o considerar que somos peores de la realidad (algo muy frecuente en las mujeres), son los pasos directos a la depresión.
. La auto conmiseración o auto compasión, que crea, renueva y enfatiza sentimientos de disgusto, de desconfianza y de abulia. Compadecernos a nosotras mismas es un mal consejero. Hacerlo requiere estar constantemente centrada en los fracasos, las dificultades, los errores, etc; que hemos vivido y en lugar de alimentar nuestro espíritu con ideas positivas o con ideales a conquistar nos convencemos de que es imposible o somos incapaces.
. La introspección: analizarse continuamente, insistiendo en los aspectos negativos de la vida siempre llevará a disgusto y hastío. Muy relacionado con el anterior.
. Una situación no solucionada de la que nos sabemos culpables. Creará depresión, miedo, ansiedad, desestima de sí, culpa, etc. Somos humanos y, por lo tanto, nos equivocamos, eso es algo que todos hemos experimentado; cuando nuestros errores han causado conflicto o dolor a quienes queremos y no hemos logrado cerrar el caso, permanece en nuestro interior y no nos permite vivir con serenidad. Saber decir “lo siento” en el momento adecuado, es una gran ayuda para vivir con paz.
. Conversaciones negativas: insistir en lo negativo no ayuda a elevar el estado de ánimo.

Algunas sugerencias para trabajar en este sentido:

 . Oposición rotunda a lo que provoca la depresión desde el inicio. No dejar entrar en el corazón ni en la psicología esos pensamientos o ideas que nos arrastran. Pueden ser sentimientos de fracaso, entonces hay que considerar todo lo que sí hemos logrado; o una ruptura afectiva y lo que debemos hacer es no darle vueltas; etc. Puede servirnos una experiencia de vida muy repetida. Isabel ha terminado con su novio al darse cuenta que no logrará hacerlo cambiar (Luis era un completo “vago”, no avanzaba en los estudios de su carrera, no mostraba ninguna intención de buscar algún trabajo, etc.), lo quería muchísimo y le fue muy difícil decidirse a terminar su noviazgo. Ella recuerda que los primeros días su corazón dominaba por completo la mente y la voluntad, los pensamientos y recuerdos sobre Luis la invadían; pero optó por luchar y se obligó a pensar en otras cosas. No hizo caso a su malestar interior, buscaba distracciones, etc. Isabel descubrió que poco a poco, aunque continúa la lucha, la presión es cada vez menor. No pasa el dolor y la pena, pero lo ha superado por su decisión de no permitir que ideas y recuerdos la anulasen.
. Higiene física (buena alimentación, actividad física) y mental (pensamientos, ideas y conversaciones positivas). Ya vimos que muchas veces las emociones y afectos ingresan por la mente, si impedimos los pensamientos negativos y además encauzamos la energía y nos distraemos haciendo algún deporte, evitaremos muchos problemas. Además mantener la salud ayuda a evitar cansancio y estrés que favorecen los pensamientos negativos.
. Mantener ideales nobles de lucha y esfuerzo. Que nos lleve a superarnos, a mirar hacia arriba y no desalentarnos en las dificultades. Un ideal, un deseo, una cima a conquistar nos llevará a esforzarnos con la vista puesta en ello. Es la experiencia de los alpinistas y de los atletas.
. Estar abierta a la confianza y al futuro. Siempre llegan momentos mejores. Vivir con confianza y esperanza levanta el ánimo. No se trata de ser idealista o vivir con la cabeza en las nubes como se dice vulgarmente, sino de buscar una meta que nos motive y estimule, que sea alta y al mismo tiempo realizable y nos mantenga en tensión (positiva). Volviendo al ejemplo de Craig, su meta es muy alta, su ideal es muy hermoso y altruista y eso ha sido una de las cosas que lo ha mantenido luchando a pesar de darse cuenta que el mundo no cambiará de un día para otro.
.Realismo en las expectativas sobre sí misma y los demás. No esperar peras del olmo. Si no sé cantar o no tengo buena voz, no pensar en alcanzar éxito y fama como cantante. Si las tablas de multiplicar me resultan incomprensibles y misteriosas, no plantearme la posibilidad de estudiar ingeniería. Realismo que no significa estrechez de horizontes, sino calcular muy bien lo que tengo y puedo para plantear mis planes.
. Realismo en el concepto de sí misma: aprender a ver no sólo lo malo sino también lo bueno. Esto es algo importantísimo para la mujer. Tenemos la costumbre de ver el punto negro en la pared blanca respecto de nosotras mismas: somos desorganizadas y ya nos consideramos un desastre, se nos quemó la comida y es el fin del mundo, mi jefe me dice que hay que hacer algunas modificaciones en le informe que le entregué y ya creo que está buscando mi suplente. Realismo: hay cosas buenas y otras no tan buenas en todas las personas, descubrir lo bueno que poseo y potenciarlo. Un ejemplo: Martha Stewart. Esta mujer ocupa el lugar número 9 entre las mujeres más poderosas del mundo según una lista de Fortune . Lo ha logrado aprovechando su capacidad de dueña de casa, enseñando y aconsejando a otras mujeres cómo tener un hogar que realmente sea feliz.
. Preocuparse de los demás e intentar solucionar las necesidades de los otros. Esto es algo sumamente eficaz porque nos ayuda a olvidarnos de nosotras mismas y a prestar atención a las necesidades de los demás. Estar atentos a lo que otros necesitan centra nuestra atención en ellos y nos permite ver que no estamos tan mal, porque aún podemos ayudar a otros. Es el testimonio de tantos hombres y mujeres que se dedican a la ayuda y el trabajo voluntario. No carecen de dificultades personales pero han aprendido a ponerlas en su justo lugar y el ayudar a otros les da una satisfacción que les posibilita enfrentarlas con optimismo.
. Mirar hacia adelante, buscar construir algo mejor sin permanecer lamentando el pasado. No se puede vivir en el pasado. El dicho popular: “Lo pasado, pasado”, contiene mucha sabiduría. El pasado ya no se puede cambiar, si hemos visto qué pudimos haber hecho para obtener mejores resultados ahora se trata de quedarse con lo aprendido y no volver sobre lo que no dio cierto.
. Aprender a pedir perdón y a perdonar a los demás y a sí misma. Eso mantiene nuestra mente serena y con capacidad de reacción ante las situaciones más adversas.

domingo, 2 de febrero de 2014

En la tragedia también se habla con Dios

La tragedia toca todas las puertas. No hay quien pueda decirse a salvo de ella. Sí hay quien, por el contrario, puede saberse inmune a sus efectos, el que se abandona con total mansedumbre y confianza en los brazos del Señor. Hombres y mujeres que se saben ramas que, lejos del tronco, Dios, no son nada, nada pueden y viven en la estirilidad. Al que se sabe inmune lo alcanza a rozar la tragedia, pero no le hace mayor daño. Así de poderosa es la investidura dada por el Señor. Las tragedias, por otra parte, no avisan, por ello, hay que estar preparados. Del modo en que no sabemos cuándo vendrá el Redentor, lo mejor entonces es tener la lámpara encendida y la puerta entornada. El día y la hora no es posible conocerlos, sin embargo una preparación espiritual y personal podrían paliar el encontronazo, la sorpresa que ello supondría. En la tragedia también se habla con Dios. Se le encuentra allí, a la mano, cercano.
Ahora, ¿cómo hablar de Dios en la tragedia? Es decir, ¿cómo consolar al no creyente, a aquel que reniega de que Dios lo ha abandonado? ¿Cómo hacerle entender que Dios lo ama por sobre todas las cosas, y que aquello no es más que una prueba para su entereza, su fe y su confianza? La cosa, de entrada, no es sencilla. Y quizás no se tenga una respuesta. Todo evento en la vida trae aspectos positivos y negativos, pero resulta difícil cuando, repetimos, acontece alguna tragedia. Alguien pregunta, “¿Dios me conoce y se interesa por mí?”. Ese alguien, por ejemplo, vive una tragedia, la pérdida de un ser querido. Y agrega que no está seguro sobre el amor de Dios porque ha permitido que le ocurriera aquello triste, le han arrebatado a alguien importante para él. El Señor también dijo que hay que acudir a él cuando haya cansancio, agobio, dolor; tragedia parecía decir.
Por principio de cuentas, Dios ama a sus hijos; este es el eje central. El fundamento de los mandamientos divinos. Desde el principio del mundo el Señor mostró al hombre que todo lo había creado antes que a él mismo, y que lo había hecho por amor a él. Y vio Dios que era bueno y se lo dio a los hombres. Cuando alguna persona pregunta si son verdaderamente amados por Dios, habría que explicarle que Él conoció a cada ser que nos ha precedido y que nos conoce a cada uno, que se interesa por nosotros y que ha fijado su palabra, dicha a los profetas en las Sagradas Escrituras, sobre la manera en la cual se interesa por nosotros, lo que espera de nosotros y lo que nos dará como recompensa. El Señor supo cómo éramos desde que estuvimos en el vientre materno; así lo hace saber en su Palabra.

Así como Dios ama a sus hijos, por consiguiente conoce a cada uno. El que se dice católico necesita también conocerse a sí mismo, e interesarse genuinamente por entender su propósito en la vida. En ocasiones, como cuando la tragedia asoma, sobreviene el temor, la duda, la preocupación, pero no son sino sensaciones pasajeras que, comprendidas y vencidas, nos harán descubrir el interés de Dios por nosotros, su preocupación de que crezcamos en la fe, su invitación a seguirlo, cruz sobre los hombres, sobre un camino que no aparece exento de dificultades, tropezones, señales confusas y caminos cerrados. La tragedia es un paredón que se alza, pero la mano del Señor procura señalar el camino. Hay que tener, como ya decíamos, la lámpara encendida y la puerta entornada. “El Señor sabe que somos débiles y nos ha dado la fe para que seamos fuertes”.
Hay que recordar que los milagros existen: y no es que el agua se transforme en vino, o que con dos peces y cinco panes alcance para alimentar una muchedumbre. Jesús obró esos milagros en un tiempo y circunstancias determinados, investido por su Padre y el Espíritu Santo. Aquí, los milagros tienen tierra fértil cuando sobreviene una tragedia: el abandono a los designios de Dios en tales momentos y circunstancias es un milagro de la fe, un paso adelante en el camino hacia la vida trascendente.